Sí, grandeza, esa es nuestra responsabilidad para con la vida, reconocerla, integrarla, honrarla y compartirla. Cada uno a su manera, cada uno con su forma en el mundo de las formas.

Normalmente estamos acostumbrados (las personas que tenemos la fortuna de ver), a caminar viendo por donde pisamos. Vemos y sentimos el suelo bajo nuestros pies puede ser recto, con curvas, un suelo firme o frío o caluroso o con piedras etc…Eso nos da seguridad, sabemos cuál va a ser el siguiente paso para llegar a nuestro destino. Pero qué ocurre cuando la vida y las circunstancias te desvían de tu camino? ¿Qué ocurre cuando tomas la decisión de girar a la derecha para descubrir otros lugares? Lugares dentro de nosotros que jamás antes hemos explorado, pero sabemos que es ahí hacia donde hay que ir.

A veces si no somos capaces de verlo por nosotros mismos, ocurren hechos en nuestras vidas que nos “fuerzan” a tomar ese otro camino, esto se puede manifestar con la pérdida del trabajo, ruptura de pareja, accidentes etc… esas circunstancias harán que te replantees tu vida, es como si la vida nos dijese “para, escúchate, conéctate con tu grandeza”. Sí, grandeza, esa es nuestra responsabilidad para con la vida, reconocerla, integrarla, honrarla y compartirla. Cada uno a su manera, cada uno con su forma en el mundo de las formas. La grandeza puede ser un detalle, una sonrisa hacia el otro, una presencia auténtica, una acción consciente pero siempre, siempre va en la dirección del Amor con mayúsculas.

Para poder llegar ahí, para poder bailar con tu grandeza y sentirte acompañado por ella, en muchas ocasiones hay que ponerse a caminar sin ver cómo es el camino de fuera, ese que vemos con nuestros ojos, pero si te dejas guiar por tu intuición, aunque te dé miedo el no ver, encontrarás que tus ojos están y siempre han estado dentro, dando luz a tu camino cuando lo necesitas. Al fin y al cabo somos conscientes de un 5% de lo que nos ocurre, pero siempre somos el 100% aunque no lo veamos.